El domingo 17 de mayo se transmitieron los últimos dos episodios de la Miniserie The Last Dance, la cual tuvo como objeto de estudio a los Toros de Chicago, y en específico; Michael Jordan, el mejor jugador de basketball de todos los tiempos.
Una introspectiva a esa última temporada de campeonato que los Bulls y Jordan le dieron a este deporte, contada por la voz de su máxima figura y por la voz de quienes lo ayudaron a conseguirlo.
Si te consideras al menos un aficionado regular a este deporte, seguro te devoraste cada capítulo de la serie en cuanto tuviste la oportunidad. En caso de que no lo hayas hecho todavía, estás a tiempo de hacerlo y, honestamente, no sé qué estás esperando para verla. Te recomiendo no sigas leyendo este texto, pues contiene información y datos que podrían arruinarte la experiencia de disfrutar a pleno la mini serie. #SpoilerAlert
Existe en el mundo del basketball y en cada actividad competitiva siempre la necesidad de categorizar a los protagonistas, una necesidad de hacer clasificaciones, de lanzar afirmaciones y elogios basados en mérito. Los protagonistas de ese debate se van renovando con el paso del tiempo. Cada que surge un prospecto, un probable contendiente al trono, el debate resurge, eso sí, siempre acompañado de la imposibilidad de comparar carreras, logros y estatus, todo de una manera objetiva.
Esta obra audiovisual, creo yo, tiene como mensaje principal el zanjar de una vez por todas el dilema de quién es el mejor basketbolista que ha existido, a favor de Michael Jordan, por supuesto, quien como protagonista condujo siempre la narrativa de la docuserie hacia ese destino final.
Sin embargo hoy vamos a dejar de lado ese debate para concentrarnos en las lecciones de vida que nos dejaron estos 500 minutos de entretenimiento basketbolero.
DETERMINA CON FIRMEZA TUS OBJETIVOS
Saber qué es lo que queremos para dar el primer paso hacia nuestra meta final. Un objetivo puede llegar a ser lograr un campeonato, jugar una final, poder entrar a un equipo, convertirte en pieza titular de tu equipo, ser un anotador constante, ser considerado un jugador defensivo de calidad, o simplemente incrementar tu actividad dentro de la cancha. Una vez superado un objetivo es momento de determinar el siguiente. No todos siguen el mismo camino y no todos consiguen superar cada obstáculo, así que observa a profundidad tus deseos así como tus aptitudes, para establecer constantemente objetivos que te reten pero que sean asequibles.
AQUÍ NADIE SE RINDE
Nadie podrá tener una carrera deportiva inmaculada, los contratiempos tarde o temprano se presentarán. Los errores o derrotas no deben significar caídas definitivas. Cada vez que te tropieces y caigas, debe existir el deseo imparable por incorporarte para seguir avanzando. Michael Jordan falló en su intento por triunfar en muchas ocasiones, pero siempre tuvo en sí el hambre para seguir peleando por sus objetivos.
No logró ser parte del equipo de su preparatoria la primera vez que lo intentó, sin embargo regresó mejor preparado el siguiente año y eventualmente obtuvo el lugar dentro de la escuadra. Imaginen por un segundo si Jordan se hubiera rendido ahí en ese momento. Nos hubieran privado de una carrera pletórica como nunca se ha visto en este deporte.
RESPETA Y APRECIA TU ORIGEN
Tu origen no es solo la ciudad o pueblo donde naciste. Tu origen lo componen tus padres, maestros, entrenadores y amigos o compañeros de juego. Desde esos momentos uno tiene que abrir bien los ojos y oídos, valorar las enseñanzas que están ahí disponibles para nosotros. En la vida de Michael Jordan hay muchas figuras que le sirvieron como guías para avanzar por el camino correcto. Probablemente la más importante sea la de sus padres. Una crianza estricta no representa una crianza sin amor, todo lo contrario. Michael siempre valoró el trabajo arduo que su padre y su madre efectuaron para mantener su hogar funcionando y por ello siempre se hizo acompañar por ellos a lo largo de la realización de cada uno de sus objetivos.
No todos podemos contar con nuestros dos padres apoyándonos en cada momento, pero debemos valorar correctamente cada una de sus acciones, pues el trabajo que ellos realizan es imprescindible para que nosotros sigamos avanzando.
ESBOZA UN PLAN DE ACCIÓN HACIA EL CAMBIO
Ya conociendo nuestros objetivos podemos determinar las acciones que generarán el resultado positivo que buscamos. Cada acción que ejecutamos nos acercan a nuestro objetivo, al tiempo que nos alejan de factores de distracción o de hábitos poco sanos.
Michael Jordan se convirtió en la leyenda deportiva que es hoy en día gracias al constante trabajo que realizó en sus entrenamientos. Estableció una rutina bien delimitada en la que otras facetas de su vida social (crianza de sus hijos, fiestas y reuniones, trabajo comunitario) fueron relegadas a un segundo plano, todo con el propósito de conseguir sus objetivos deportivos.
CONOCE TU ROL
En un equipo de basketball, el equilibrio entre quienes lo conforman es clave para conseguir los objetivos trazados. Así como hay posiciones nominales (5), también hay permutaciones, por lo que las posibilidades de conformar una quinteta son muchas y muy variadas. Conocer con claridad y sin lugar a dudas qué tipo de jugador soy es trascendental para la correcta convivencia con mis compañeros. Si no sé qué tipo de jugador soy (arma ofensiva principal, defensor élite, francotirador, facilitador de juego, líder motivador, jugador de refresco, animador), es muy fácil transgredir el territorio de un compañero así como usurpar su papel y mal ejecutar sus responsabilidades. Si ese es nuestro caso, será difícil que nuestro entrenador nos tenga la confianza para utilizarnos en lo que considera sean escenarios adecuados para nosotros.
Ahora bien, si se nos determina un rol, no quiere decir que sea definitivo. Por poner un ejemplo: Si además de tener y desempeñar bien el papel de facilitador de juego nos queremos convertir en defensor élite, podemos hacerlo, sin embargo la comunicación con nuestros entrenadores y el trabajo necesario deben estar en concordancia para conseguirlo.
En The Last Dance podemos identificar fácilmente el rol que cada uno de los integrantes de los Toros de Chicago realizaron en determinado momento. Michael Jordan nunca dejó de ser el líder motivador, nunca dejó de ser el arma ofensiva principal, y también fue por mucho tiempo un defensor élite. Fue también por momentos facilitador de juego y seguramente también en escasas oportunidades un animador. Así como Pippen tuvo que tomar la batuta tras el primer retiro de Jordan, los demás jugadores que pertenecieron al equipo asumieron sus roles. Kukoc, Kerr, Paxson, Cartwright, Rodman. Todos sabían cuál era su trabajo y se volvieron expertos en realizarlo. Eso fue vital para el éxito que todos gozaron.
RESPETA, VALORA Y CONFÍA EN TUS COMPAÑEROS
Probablemente este sea el aspecto personal más criticado en Michael Jordan, las relaciones laborales dentro de la cancha no siempre fueron las más sanas.
El incanzable Jordan y su asfixiante ética de trabajo muchas ocasiones causó fricciones con sus colegas de equipo, al grado de llegar a la violencia física, lo cual no es nada favorecedor ni elogiable en un jugador.
La tolerancia y la empatía son necesarias en cualquier persona, especialmente cuando en nuestra actividad está constantemente involucrada una dinámica grupal.
A pesar de sus deficientes modos de relacionarse con sus compañeros de trabajo, Michael Jordan encontró la forma de no sabotear el engranaje social de los Toros de Chicago para conseguir sus objetivos. En esa labor sin duda lo ayudó la guía de su entrenador, Phil Jackson, quien hizo del manejo de grupos su habilidad número uno, valiendole no solo 6 campeonatos con los Toros, sino otros 5 más con los Lakers de Los Ángeles para un récord histórico de 11 (13 totales contando sus 2 campeonatos como jugador con los Knicks en los 70).
MOTIVACIÓN CANALIZADA
Encontrar el combustible que alimente nuestro fuego es igual muy importante para seguir avanzando. Si en algo Jordan fue el mejor es precisamente en convertir cualquier situación en combustible para mantenerlo on fire. Es incluso un poco extremista o enfermizo ese hábito en Jordan, quien llegó al punto de inventar circunstancias en las que es insultado o menospreciado para continuar motivado. Los memes de So I took it personal abundan y aunque ayudados por la exageración cómica, nos dan un verosímil retrato de la ambición de Michael Jordan y su inagotable deseo de dominación.
¿Qué otras lecciones te dejó The Last Dance? Déjanos tu respuesta o comentario, queremos conocer tu opinión.
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